Me dejé el placer de sólo sentirla,
abandoné la esperanza de la rutina,
me entregué entero a una frase
y me lo jugué todo a su inversa.
Decidí concederle el paso a ella,
la que nunca tuve, la compañía.
Renuncié al hogar del desamparo,
desmantelé, lento y con método,
la nostalgia y el llanto meticuloso,
el dolor, barro para revolcarme.
Decidí concederle el paso a ella,
la que nunca tuve, la compañía,
me dejé el placer de sólo sentirla.
Me lo jugué todo a la inversa:
La rutina de la esperanza.
Blog dedicado a la poesía de "El poeta desamparado" (también conocido como Martín Shwiff Garber)
viernes, 23 de enero de 2015
miércoles, 14 de enero de 2015
00:51
Le concederé ese lado de la ecuación;
dejaré que ella se convierta en mar
y la contemplaré desde orillas lejanas,
y que retorne cuando no le moleste
que este merodeando sus márgenes
al otro lado del renglón, mi linda igual.
Le pediré que me preste sus incógnitas,
sus piedritas sepultadas bajo arena y sal,
y si ella me deja, le descifraré la alegría
algo me dice que la encontraré ahí abajo,
entre sus cajas enmohecidas de pasado:
entre sus cajas enmohecidas de pasado:
limpia, blanca y serena, mi linda igual.
domingo, 11 de enero de 2015
02:44
“He decidido dejar que el
reloj prosiga su caída.”
M.F.
Ha pasado el tiempo en que admiraba
al cielo,
su hora de plegaria de manos
juntas y alzadas,
su momento de brazos extendidos
en puente,
en puente hacia el espacio;
muerte y ceguera.
Ha pasado el precioso instante
de su promesa,
el pequeño lapso que guardó
algo de fidelidad,
el punto que separa la
creencia de lo imposible
y el saber de la soledad; el
abismo y la escalera.
viernes, 2 de enero de 2015
Primero del año
Sólo quedan un par de minutos,
hojas destrozadas en el suelo,
un calendario calcinado en la
calle
bajo pisadas del tiempo,
del cielo que ha llorado
mis soledades de humo y
esperanza
y un sol que ha sonreído
despiadado
con una cicatriz horizontal en
su rostro,
con su sueño de ocaso
y su renacer sobre un mar
rojo,
sangrante de frustraciones y
nuevos deseos.
Sólo queda el calor de esta
noche,
ella y sus voces que me
envuelven,
las mismas que un día
escucharon
mis tristes y desamparadas
letras,
las mismas que hoy cantan y me
acompañan.
Ellas saben,
saben que habrá que hacerlos
nuestros:
los tiempos, los cielos, el
sol,
el océano y la noche.
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