martes, 12 de noviembre de 2013

23.29



¡Qué malo es no recordar los sueños!
Tener los ojos bajo techo,
encerrados en un hogar sin estrellas,
no poder ver el cielo
por vivir en constante rebelión
contra el cambio
o afincar las esperanzas
en una mansión de cenizas
y mediocridad,
habitarse en hipoteca de vida,
sobrevivir un día y otro
sin pretensión
de vislumbrar el alba.

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