miércoles, 14 de enero de 2015

00:51

Le concederé ese lado de la ecuación;
dejaré que ella se convierta en mar
y la contemplaré desde orillas lejanas,
y que retorne cuando no le moleste
que este merodeando sus márgenes
al otro lado del renglón, mi linda igual.

Le pediré que me preste sus incógnitas,
sus piedritas sepultadas bajo arena y sal,
y si ella me deja, le descifraré la alegría
algo me dice que la encontraré ahí abajo,
entre sus cajas enmohecidas de pasado:
limpia, blanca y serena, mi linda igual.

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