miércoles, 13 de marzo de 2013

Cuadros de una exposición I

Goteo del mar hasta que se llena la bañera.
Meto los hules en el baño para que jueguen,
cada tanto los ahogo para que hablen por debajo
y griten a los alemanes ensardinados del U-20
esas cosas terribles que no puedo decir.

Salgo del bochorno, de estar debajo del agua,
y saco la nariz por la espalda.
Los gritos vuelven, nunca se fueron.
¡Ya veo el barco, el arpón!

El cetáceo para con su mano al niño,
le avisa del conductor que pasa,
la frontera no es segura.
Se aleja, pierde brillo,
la lobreguez se da un paseo por la playa.

Es hora de salir. Vuelve la contundencia,
hora de salir, respirar si nos dejan
y saltar por la vida, el filo no nos atraviesa
y el triste hombre amarillo se conforma con tiburón en conserva.
Ha pasado mucho ya, esto es libertad,
la noche y ninguna luz que avise de presencia humana.

¡Cuidado con ese resplandor!
¡Abajo, llenad los pulmones de humo de agua!

Y la voz de mi viejo abuelo empieza a contarme que las ballenas y los delfines con el tiempo y el humo se desvanecerán. Todo sera culpa de no haber llorado lo suficiente, el mar se vaciará, toda culpa habrá sido de los que giraron la cabeza y dejaron que el sótano se llenase de agua, mientras con risas malignas echaban cigarros y monedas al mar.

Sacad el tapón, yo no juego más, no me gustan los juguetes rotos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario