miércoles, 13 de marzo de 2013

Plaça Catalunya


Los gorriones bailan en la plaza;
los rugidos de las máquinas,
el latido furioso de las luces,
el asfalto y la carne bullen
y marcan el ritmo
de sus más íntimos besos.
Mientras el violinista sin cielo
mira el techo pintado
de gris ciudad y amargo cinismo
y toca el suspiro más abismal
que una mujer pueda parir.
Los transitantes, burócratas del camino,
miran con la nariz hundida
las entrañas de sus ojos;
sus ojos que devoran preocupaciones
a través de una línea directa al infinito,
y no ven al anciano muerto en el suelo.
La puta olvidada de la Ciudad Vieja
sigue clamando que aun sigue
exponiéndose.

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