miércoles, 13 de marzo de 2013

Rendición


Empecé a coleccionar terrores inútiles,
catedrales perdidas en viejas pesadillas,
olvide como se veía el mundo fuera
de este fondo abrumador y drogado,
dentro de la edulcorada esperanza.

Ubiqué las imágenes
más próximas al gusto de lo ciego,
al placer de lo nebuloso y lo seco.
La espuma agitada, turbulenta,
tomó lugar justo sobre mis ojos
teñidos de solitario marfil.

Emergieron las quimeras de la lucidez,
las campanas confabulaban junto al viento,
traían gritos y susurros de duelo:
una relevante puñalada suicida asomaba
la mirada desde mis manos, desde la hoja.

No hay comentarios:

Publicar un comentario