Sigo escribiéndote cartas sin dirección,
sin sentido, para que no puedas leerlas.
Entre las letras torcidas se puede intuir
una lágrima herida que rasga el papel.
El lápiz únicamente sabe de espacios,
los que has dejado tras de ti, vacantes.
Estás condenada al recuerdo y la rabia,
al único y mísero poema que sé firmar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario