Se ha acabado el tiempo:
De trabajar las tierras de la tristeza,
plantar pepitas de pena y pesar
reservadas en rincones rancios.
De cosechar cajones de ceniza,
triturar el tiempo tiranizado
hasta que manifieste sus mentiras.
Ha llegado el momento:
De demoler el dolor depositado
y puesto a empeorar en bodega,
pensado para poemas en petaca.
Y volver a sembrar,
volver a sembrar…
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