Hace tiempo que dejó atrás a su tierna infamia,
la abandonó en vagabundia.
Vagabundia, tierra de:
sabanas de cartón
y colchones de asfalto,
bricks de champagne
con olor a barba vieja
y mirada de perro mojado.
Vagabundia, tierra de:
vino tinto sin vaso
y vaso sin monedas,
de monedas diminutas
y un “gracias”
a su complacencia.
Vagabundia, tierra de:
carteles con arrugas
de dolor y puro usado
y plegarias que dicen
“valgo un solo centavo”
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