Me fui lejos, arriba, hacia la montaña,
me fui lejos, arriba, hacia la montaña,
por un camino que no sabe de huellas
que yo estoy empezando a repoblar
con latidos de mis pies sobre el suelo,
por un sendero roto y recién lluviado,
andando lento por su tierna mojadez.
Me fui lejos, arriba, hacia la montaña,
me fui lejos, arriba, hacia la montaña,
a escuchar la discusión de los vientos
que poco a poco comenzaban a nacer,
que eclosionaban con el primer pálpito,
pálpito tosco, doloroso y volátil del sol
sobre nuestras cabezas secas de noche.
Me fui lejos, arriba, hacia la montaña,
me fui lejos, arriba, hacia la montaña,
a callar a la soledad, sus gritos de humo,
a silenciar sus lenguas de mil palabras,
para que no venga a enmugrecerme más
con sus estelas grises que me atemorizan,
para conseguir nuestro perdón, el olvido.
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