Sólo quedan un par de minutos,
hojas destrozadas en el suelo,
un calendario calcinado en la
calle
bajo pisadas del tiempo,
del cielo que ha llorado
mis soledades de humo y
esperanza
y un sol que ha sonreído
despiadado
con una cicatriz horizontal en
su rostro,
con su sueño de ocaso
y su renacer sobre un mar
rojo,
sangrante de frustraciones y
nuevos deseos.
Sólo queda el calor de esta
noche,
ella y sus voces que me
envuelven,
las mismas que un día
escucharon
mis tristes y desamparadas
letras,
las mismas que hoy cantan y me
acompañan.
Ellas saben,
saben que habrá que hacerlos
nuestros:
los tiempos, los cielos, el
sol,
el océano y la noche.
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