En las arrugas de la memoria, en la niebla,
se esconden los cafeses que aun me debes.
En las esquinas, al otro lado del charquito,
tras cataratas de lagrimas de leche salada
está mi niñez y la primera piedra inocente,
esa que nunca llegué a rozar con la mano.
En los pliegues se encuentran incrustados
los inicios de lo que sería mi vida gris:
mi olvido metódico, exhaustivo y diario,
los guijarros que me ponen en el vaso,
los gritos del del loco de arriba
y las lindas, hermosas repeticiones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario