Sentado en la quejosa reposera
de los tangueros domingos de mi vejez,
me aferraré a este mate
enojón como él solo.
Untaré todo con mermelada de sonrisas plenas
y puertas abiertas
usando un cuchillo herencia de mi abuelo.
Y seguiré morfando
estas palabras tostadas
que siempre, siempre,
me han hecho tanta compañia
Próxima estará mi hora cuando la botella etílica de la vida este llena
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