La hoja depuso la venganza,
se convirtió en amor
sobre el costillar.
El filo masticado se hundió
y pintó de corazón y entraña
la bella piel y con un solo dedo
tocó el hueso mejor guardado.
El durazno yacía meridiano
sobre la mesa,
claramente cortado por la mitad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario