Lo vital de tu mirada de hombre soñador,
las ilusiones de tu pupila obnubilada
y las pirámides que cimentas
con el grafito de un lápiz B.
Lo penoso del aplauso al payaso,
tu arrogancia de investigador
y las sonrisas del desfalco.
Los cafés que te invitan,
volver antes de la campana mortal
y los retos que cerrarán tu boca.
Las piedras blancas en tu estómago,
los aterrizajes forzosos sobre el diván
y las líneas que emulan exorcismos.
Los diálogos entrometidos,
cantarle al perro que pasa
y no pensar que todo es una locura.
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