Los perros que fisgonean en mi alma
siempre rondan la basura, lo negro.
Buscan en un cubo machacado y gris
el provenir de todos mis males:
Las risas a medio masticar
que lucharon por salir a la luz
pero quedaron presas en el costillar:
frías, inermes, atragantadas.
Los besos que no fluyeron,
no se atrevieron a viajar
sobre el silbido del río
- frenético e incandescente -
de mi mente a tu boca.
Tus olvidos metódicos
y destructivos.
Un ejercito olvidofuego
reclutado para exterminar
cada una de mis cartas
y los susurros azules
que te envié
atravesando el mar.
Tus pies
que sonreían ante mis dedos
terminarán confundiéndose
en las telas terciopeladas
de mi memoria y el tiempo
con tantos otros
que habré de amar
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