Poeta de versos tintados en café,
turista de los asfaltos huérfanos,
tu peregrinaje está marcado por
tus amigas y su vitalidad eléctrica.
En el boulevard de La Soledad
los humos gélidos de infiernos
expiran con un último toque
de silenciosa y oscura lucidez.
Tu reloj vuelve a susurrarte
“¡Primavera menos cuarto!”,
y percibes la corona rubia,
tus compañeras mueren,
tu viaje ha tocado a su fin.
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